rase una vez un pequeño esbozo de idea, que decidió asomarse tímidamente, temió de entrada que la encontraran inoportuna, y tan tímidamente se expresó, que pasó totalmente desapercibida.
Se sintió rechazada, y creyó que no era admitida, así que se replegó y decidió que mejor no volvía nunca a intentar llamar la atención.
Pero el tiempo pasaba, y en lo que ella veía, cada vez tenía más claro que era imprescindible que su voz no se callara, pero cuando haciendo un esfuerzo se armaba de valor, y se preparaba para salir de nuevo a ser escuchada y atendida, alguna cuestión puntual, una excusa, un momento… volvían a hacer que se sintiera sobrecogida, y se replegaba de nuevo a su rincón.
Y un día, un llanto sordo de esos que no se oyen ni se ven, que tan solo se sienten en lo más profundo del corazón, hizo saltar en ella un resorte que la llevó a exponerse valiente y atrevida.
A pecho descubierto contó y contó, y en ese tiempo que había estado ¿dormida?, lo que ayer fuera un pequeño esbozo de idea, era toda una teoría, acorde, perfecta, la única que podía salvar la situación.
Érase una vez un esbozo de idea, que poco a poco maduró, un proyecto, una quimera… que conmigo se quedó.
Se sintió rechazada, y creyó que no era admitida, así que se replegó y decidió que mejor no volvía nunca a intentar llamar la atención.
Pero el tiempo pasaba, y en lo que ella veía, cada vez tenía más claro que era imprescindible que su voz no se callara, pero cuando haciendo un esfuerzo se armaba de valor, y se preparaba para salir de nuevo a ser escuchada y atendida, alguna cuestión puntual, una excusa, un momento… volvían a hacer que se sintiera sobrecogida, y se replegaba de nuevo a su rincón.
Y un día, un llanto sordo de esos que no se oyen ni se ven, que tan solo se sienten en lo más profundo del corazón, hizo saltar en ella un resorte que la llevó a exponerse valiente y atrevida.
A pecho descubierto contó y contó, y en ese tiempo que había estado ¿dormida?, lo que ayer fuera un pequeño esbozo de idea, era toda una teoría, acorde, perfecta, la única que podía salvar la situación.
Érase una vez un esbozo de idea, que poco a poco maduró, un proyecto, una quimera… que conmigo se quedó.
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