Hambre

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Un día de repente, uno descubre que dejó de sentir “hambre”, un día, un nudo en el estómago le hace pensar que no volverá a sentirla jamás, y sabe pese a todo que seguirá comiendo, y respirando, y riendo y luchando, que seguirá caminando por que sabe que es lo que nunca debe dejar de hacer… caminar…

Y aunque llega a conseguir no aparentarlo, deja de estar vivo, se cierra al mundo y a la gente, y a la vida, y al gusto y al deseo, y a las ganas de desear…

Y tan seguro llega a estar de esa situación, que no es consciente del momento en que vuelve a despertarse su apetito, que no es consciente de cómo sus ganas de vivir… de VIVIR siempre pueden más, no es consciente del tiempo que hace ya que volvió a abrirse, de cuando su risa volvió a ser fresca y cristalina, y desde cuando el apetito dejo paso literalmente al HAMBRE… al hambre de volver a empaparse de todo lo que le rodea, de todo lo que le llega, de todo lo que de alguna forma siempre conformó su paladar…

Y ríe satisfecho de descubrirse de nuevo hambriento, de esa forma en que siempre lo estuvo, de esa forma, en que ya sabe positivamente, que aún cuando siempre existan los baches, siempre lo volverá a estar.

Y hace ya tanto… que ya hasta olvidó que por un tiempo dejó de tener hambre… e incluso le parece mentira que eso llegara a pasar…

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