Llega un día en que la razón puede más que el sentimiento, y definitivamente se asume que uno solo es una ficha sin sitio, que existe únicamente para ir ocupando cada vacío que se pueda provocar y precise ser cubierto como necesidad.
Ese día se descansa... pero duele el alma hasta tal punto, que se sabe positivamente que jamás se va a recuperar.
Ese día se descansa... pero duele el alma hasta tal punto, que se sabe positivamente que jamás se va a recuperar.
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