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He abierto la ventana y el aire fresco me ha hecho sentir de verdad revitalizada y a la vez, extrañamente plácida, esa placidez del bebé sin culpas que te deja laxa...
Me gusta a veces retrasar ese momento tan placido de estirarse en la cama, esa sensación de placer que difícilmente puede ser disimulada, que hasta las exclamaciones de gusto salen aún sin querer de nuestra garganta.
Me gusta sentir cada músculo dejándose llevar por la desidia de la inoperancia mientras lo identifico por su nombre hasta... hasta que el sueño irremisiblemente me vence... y lo cierto, es que no tarda...
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