martes, mayo 31, 2005

Cocinando

Dec 18 2004, 04:33 PM

Que confuso es el sabor agridulce en la boca cuando no es provocado por comida alguna, esa confusa sensación de enorme alegría mezclada con la seguridad de la pérdida, o del fin, o del adiós... o... ¡que más da!...
Más como se educa el paladar, se educa también uno a si mismo, y aprende a paladear con verdadero deleite cada uno de los matices de estos sabores que nos regala la vida, que pérdida no saber distinguir los diferentes tonos de cada especia, el punto de sal, o de azúcar, el aroma apenas perceptible que cambia por completo el resultado final de esa receta...
Cuando la receta ha llegado a un punto de perfección donde en nuestras manos no cabe mejorarla, hemos de saber darla por finalizada, que seguir experimentando con ella solo daría lugar a destrozarla y eso, eso no se debe hacer jamás.

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