Son curiosas las etiquetas, realmente son un valiosísimo instrumento, nos permiten acortar tiempos y tareas, nos permiten agrupar y asociar, nos permiten acceder con mayor facilidad, nos facilitan en definitiva tantas y tantas cosas...
Ahora bien, es mucho mas delicado y preciso el proceso de etiquetado de lo que pretendemos, creemos, o posiblemente queremos creer, no es nada fácil quitar una etiqueta mal puesta, de hecho, lo más normal, es una vez etiquetado todo olvidarlo y dar por hecho que nada puede estar mal, y eso da lugar a veces... muchas, a que cosas importantes queden perdidas en los archivos equivocados, o incluso que se desestime lo que no se debería desestimar, o que se crea que no tenemos algo válido para lo que podemos llegar a necesitar... e incluso a hacer en mayor o menor grado un daño personal.
Muchas veces, en el trabajo, me toman en el pelo por “mis estúpida manías”, no entienden por ejemplo que haga varias comprobaciones en los despistajes diagnósticos elementales, me dicen...
- Hija, pero que tontería, si la norma dice “XXX”, no sé por que te empeñas en “XXXX” y las más de las veces aún repites en un tiempo “XXX” una, o incluso dos veces más...
Yo lo tengo muy claro, poner una etiqueta es algo muy serio, y hay que ser con ello realmente responsable, no puedo valorar de forma aislada los signos, he de buscar las razones en ellos si las hubiera, y las más de las veces, hay razones que justifican con creces esos signos que de otra forma podría considerar indiscutibles, si las razones lo justifican, volveré a comprobar las cosas, no una ni dos, si no todas las veces que hiciera falta, por que he de estar muy segura antes de poner una etiqueta, que siempre tienen repercusiones de un tipo u otro, y una vez que se pone, raro es que se retiren por que nadie se lo vuelve a cuestionar.
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