Recuerdo el comienzo del libro con la angustia que emanaba de cada una de sus palabras... aquel éxodo terrible tirando de toda una vida con solo la fuerza de un pequeño cuerpo animado por la necesidad...
Recuerdo como es capaz de hacer sentir ese cansancio, ese agotamiento que se va instaurando dejando sin capacidad ni de reaccionar... no sentir... no pensar, solo aguantar y aguantar...
Recuerdo haber sentido el mismo grito desde las entrañas al comprobar que la mano que arrastraba a su hijita estaba vacía, por que en un momento del camino, sin darse cuenta.. no pudo más...
A veces me pregunto si no debiéramos adelantar ese momento y hacer caso a la razón, y no empeñarnos en arrastrar cargas aún cuando en lo más intimo podemos entender que será imposible llevarlas hasta el final y solo conseguiremos lastimarnos innecesariamente... o incluso perder todos en el intento...
No hay afecto que aguante que se le arrastre al abismo, o no debiera, y nadie debiera asir, y nadie debiera asirse si sabe que va a arrastrar...
No sé si conseguiré algún día aprender a soltar una mano asida, pero espero aprender a soltar mi mano si es que alguien se empeñe en arrastrarme sabiendo que jamás conseguiremos llegar al final...
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