Esto no es ningún relato, ni tan siquiera es una historia, esto es tan solo una reflexión, o mejor, una inmensa duda a raíz de algo que me acaba de pasar.
Siempre me río explicando que pertenezco a la generación de las niñas del limbo... y es verdad, es ese estar a caballo en todo y para todo, es ese no tener un lugar, el escapársete un método y no llegar al otro, es en definitiva, ese vagar un tanto anárquico en esa imaginaria línea divisoria entre el allá y el acá.
Tiene una cosa realmente buena, al no tener mundo, cualquier mundo es el tuyo, al no tener un sitio establecido, te sientes en tu sitio en cualquier lugar... bueno, también hay quien jamás se ubica justo por esto, pero.. son los menos de los casos la verdad.
Y todo esto viene por dos “visitas” que he hecho esta tarde... a dos amigas, un año arriba, un año abajo, las dos de mi edad, la una, acaba de tener un niño, precioso, deseado... para mí de lo más normal... la otra... ¡¡Joderrr!!... la otra acaba de tener su primer nieto y yo, he de encontrarlo igualmente natural.
Si calculo lo más extendido entre mis amigas y conocidas, sus hijos andan entre 3 y 14 años, es lo que ya considero como algo normal, pero luego me llegan los descoloques como el de esta tarde... y entonces... entonces ya si que no sé que pensar...
En cualquier caso, las dos estaban inmensamente felices, y en definitiva, es lo único que ha de importar.
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